Apareció una vocecita que me llama por mi nombre, diciendome cosas bonitas, haciéndome reir.
Tan irreverente como el aire huracanado y sorpresivo como una estrella fugaz. Tan fresco como la lluvia en un día de calor y tan familiar como un compañero de antaño.
Y tu presencia llega al momento en que decido retirar lo que no me dejaba tranquilo el espiritu; que me hacia estar entre la duda de hacer o no hacer
¿Juegos del destino? ¿Caprichos de la vida?
O simplemente una forma de recordarme que aún debo esperar por alguién que anda por ahí...
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